Tu caldera de condensación funciona perfectamente, te da calefacción, agua caliente, y tú ni te acuerdas de que existe… hasta que un día deja de funcionar. Y justo ese día hace un frío que pela. ¿Te suena? Pues para que eso no pase, lo mejor es hacerle un mantenimiento cada año.
Y para ello no necesitas ser técnico ni poner patas arriba media casa. Es suficiente con saber qué mirar, cuándo llamar a un profesional y qué ayuda a que la caldera dure más años sin dar problemas.
¿Cada cuánto tiempo se debe revisar una caldera de condensación?
Según la normativa vigente en muchas comunidades autónomas de España, las calderas en viviendas deben pasar una revisión obligatoria cada dos años. No obstante, si buscas un funcionamiento óptimo, lo más recomendable es hacer una revisión anual, especialmente antes de que empiece el invierno, cuando más uso le vas a dar.
Piensa en ello como una especie de ITV para tu caldera. Aunque todo parezca correcto desde fuera, pueden acumularse residuos, cal, polvo o pequeñas averías que a la larga podrían generar fallos más graves y costosos.
¿Qué se revisa en una caldera de condensación?
Durante una revisión estándar, un técnico cualificado suele comprobar los siguientes puntos:
Quemador: limpieza y correcto funcionamiento sin residuos.
Intercambiador de calor: una de las piezas que más sufre el desgaste.
Salida de humos: para asegurar que no haya obstrucciones ni riesgos.
Presión y temperatura: fundamentales para el confort y el consumo eficiente.
Sistema de condensación: se verifica el buen drenaje del agua para evitar atascos y olores.
Además, se realiza una limpieza interna, se ajustan parámetros y se comprueba que todo esté dentro de los valores establecidos. Una intervención sencilla, pero fundamental para prevenir problemas futuros.
¿Qué puedes hacer tú antes de la revisión?
Aunque la inspección debe hacerla un profesional, hay pequeñas tareas de mantenimiento que puedes llevar a cabo durante el año:
Comprobar la presión del circuito regularmente (lo ideal es entre 1 y 1,5 bares). Si baja, puedes aumentarla con la llave de llenado (consulta el manual o pide ayuda si tienes dudas).
Purgar los radiadores al menos una vez al año, para eliminar el aire acumulado.
Mantener la zona despejada, sin objetos que bloqueen la ventilación de la caldera.
Estar atento a ruidos inusuales, cambios en el rendimiento o aumentos inesperados en el consumo.
¿Y si no haces el mantenimiento?
Puedes arriesgarte, pero las consecuencias pueden ser costosas. Una caldera sin mantenimiento puede consumir más gas, calentar menos y dar fallos inesperados. Además, se acorta su vida útil y lo más probable es que falle justo cuando más la necesitas.
Otro aspecto importante: si tienes un contrato de mantenimiento o una garantía del fabricante, podrías perderla si no realizas las revisiones periódicas estipuladas.
En resumen:
Hazle una revisión anual a tu caldera de condensación, especialmente antes del invierno. No solo cumplirás con la normativa, sino que evitarás averías, reducirás el consumo y alargarás la vida del equipo. Un poco de mantenimiento preventivo puede evitarte una ducha helada en pleno enero. Y eso, seguro, no le gusta a nadie.